La Manada Chikai no pudo disfrutar más de aquellos parajes
galaicos tan verdes y frondosos. Ese viaje de ida que la mayoría pasó durmiendo
les vino muy bien para llegar, montar las tiendas bien derechas, poner su ropa
en las cajas sin romper ninguna…
La parcela
nos quedó preciosa gracias al trabajo de los lobatos y al de los viejos lobos,
con su delimitación de palos y grandes piedras, y esa magnifica puerta de
entrada y el camino tan perfecto y bien definido que nadie pisaba, pero la joya
de la corona fue esa Flor Roja que hicieron nuestros lobatos y que quedará para
el recuerdo de aquellos que pudieron admirarla.
Que vamos a
decir del río, esa agua caliente que bajaba de la montaña y que daba un gusto
meterse, vamos que algunos parecían cubitos cuando tenían que meterse. Pero la
recompensa venía cuando se metían los viejos lobos y se echaban unas risas; y
cuando no tocaba baño en el río, las duchas eran lo mejor ya que el agua salía
estupenda para las articulaciones lo que hacía que no las sintieras en unos
días.
Y pronto
llegó esa noche tan especial para la Manada en la que los lobatos y lahinis
hicieron la Roca del Consejo, y esta vez se produjo en un lugar con una
ambientación muy especial y lleno de magia.
Este año,
el día de indios fue algo distinto pero mereció un montón la pena jugar,
divertirse, torturar y casi vencer a la tribu Yuha-wea-pae. Hubo algunas luchas
scout que fueron dignas de recordar aquel día. Y al acabar el día llegó esa
velada en la que la tribu dio a probar aquella pócima que la manada había hecho
aquella misma tarde con pipi, pañales de Joel, pañuelos usados, plásticos
varios, bichos, tierra y ramas… Y no sabía tan mal según algunos, pero a otros
el sabor a pañal no les gusto mucho.
En el día
de padres pudimos admirar como tres de nuestros lobeznos cambiaban su piel para
convertirse en lobatos, haciendo por lo tanto su promesa lo que les llevó a
hacer dos buenas acciones al día. Cuando aquel maravilloso día junto a los
papis se terminó había que volver al campamento y revisar que no faltaba nada
en las mochilas, porque al día siguiente comenzaba el Raid.
A la mañana
siguiente, nos levantamos tempranito para terminar de coger lo que nos faltaba,
desayunar y mochilas en los hombros y a caminar. Al principio parecía no haber
camino, pero hasta que Akela, la exploradora, lo encontró y comenzamos a andar,
más de uno con el sueño, quería acostarse en los matorrales junto al río pero
no había tiempo que perder si queríamos llegar a nuestro destino. Cuando
empezamos la Ruta del Agua, de la que haríamos un tramo, llegamos a la Capilla
de San Alberto, construcción románica en la que Ismael les dio unas nociones
sobre este estilo arquitectónico medieval. Proseguimos con nuestro camino hasta
llegar a un enorme prado donde paramos a comer y descansar. Tras este,
recogimos las cosas y nos pusimos en marcha dirección Guitiriz, algunos
llegaron reventados y querían abrazar el suelo y se tiraron, pero ese no era el
destino sino que nos quedaba todavía un tramo hasta Sete Muños. Al llegar los
Viejos Lobos acondicionaron el lugar de la pernocta de aquella noche, se
trataba de los viejos baños de la piscina fluvial en la que nos encontrábamos.
Después del baño en el río, nos preparamos la cena y nos dispusimos a pasar a
noche. A la mañana siguiente nos levantamos a buena hora, nos aseamos,
desayunamos y de camino al campamento. Emprendimos nuestra andanza no por el
camino del día anterior, sino por otro que era más corto aunque fue por
carretera. Al pasar por Baamonde descansamos un rato en la iglesia del pueblo.
Cuando llegamos al campamento, deshicimos las mochilas y nos fuimos al río a
bañarnos y nos tiramos por el trampolín.
Al día
siguiente, nos levantamos tarde ya que nos lo merecíamos por lo bien que lo
habíamos hecho, y le hicimos a la tropa que venía de su Raid un postre muy
dulce de cake-pops de oreo que se comieron sin pensarlo. Tras la cena, esa
noche tocaba cine, en la que alguno se quedó durmiendo al ver Rompe Ralph con
lo bonita que estaba.
El arte se
apoderó de la Manada Chikai, conviviendo con una pintora, una cineasta, un
músico y un escultor, juego tras juego los lobatos iban aprendiendo las
profesiones de cada artista. Y ese mismo día dijimos adiós a las insignias de contacto que
se despidieron en la arriada y nos dejaron que nos montáramos una fiesta
aquella noche con los pocos que nos quedamos. A la mañana siguiente estuvimos
con un taller de tintar camisetas nos quedaron chulísimas y por la tarde
hicimos una merienda guay en la zona del río. Pero lo bueno se acaba pronto, o
eso dicen porque en la arriada volvieron los futuros troperos y cuando
comenzamos a hablar sobre el fuego de campamento. La noche en la que cogimos
nuestras esterillas y empezamos a mirar al cielo para ver aquella preciosidad
de astros celestes que estaban sobre nuestras cabezas. Aquella noche de
Perseidas fue un tanto especial ya que pocos vieron alguna, pero lo que la gran
mayoría hizo fue echarse una siesta que no se la quitó nadie, Viejos Lobos
incluidos.
Cuando nos
fuimos al pueblo vimos muchos monumentos y edificios de varias épocas de las
diversas civilizaciones que habían habitado Lugo, esa ciudad de bruxas que nos cautivó y donde
observamos obras de arte en aquella ciudad de origen romano. Comimos en el
Parque de Rosalía de Castro, gran escritora gallega del siglo XIX. De regreso
en el campamento, donde esa misma noche se llevó a cabo el fuego de campamento,
que fue único y que solo el que estaba allí podía admirar la grandiosidad de
aquello.
Algunos no
habían montado nunca en piragua, pero no se les dio tan mal como parecían, nos
lo pasamos genial aquella mañana.
Y el
campamento cada vez iba llegando a su fin por lo que tocaba ir recogiendo y
poniendo cada cosa en su lugar, daba mucha pena porque habíamos vivido cosas
que permanecerán en el recuerdo por largo y tendido tiempo. Tocaba el último
baño en el río y lo último de todo ya que al día siguiente era desmontar e
irse, por lo que esa última noche despedimos el campamento de buena gana con
nuestra megafiesta de despedida.
Madre mía que bonitas esas fotos que te hacen recordar los días tan estupendos que hemos pasado en un paraje tan maravilloso y mágico. La Manada Chikai ha tenido un super campamento y lo ha hecho genial, la pena es que esta ronda ya no serán los mismos...Pero bueno; mucha suerte a los que entráis en la tropa (cuidadín que dicen que l@s monitor@s son algo durillos) y a los que os quedáis, coged muchas fuerzas y ganas porque en seguida empezamos!!!!
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